El SECRETO de Neptuno

“Yo tantas preguntas me hice que me fui a vivir a la orilla del mar heroico y simultáneo y tiré al agua las respuestas para no pelearme con nadie”. Así firma Neruda su tratado de paz con el mundo. Así, ese alto el fuego que el poeta combativo aplica consigo mismo y con sus semejantes se hace posible gracias al mar. A su discreción y a sus secretos, esos que, desde el origen de tiempos, atesora en sus profundidades. A esos tesoros inescrutables señala la pintura, limpia y luminosa, de Cristóbal Pérez “Toval”. Pero el artista no se sumerge en los fondos abisales de los océanos, ni siquiera en el accesible espacio submarino del litoral, sino que se detiene en su superficie. Allí, ya sea en los reflejos de la luz solar, en la blanquísima espuma de las olas o en el abstracto vestigio que estas dejan en la orilla, Toval concentra su mirada y su energía. Así emergen fascinantes lienzos llenos de belleza y poesía, fieles representaciones de ese cómplice “heroico y simultáneo” que decía Neruda. Contemplar ese mar, sanador y confidente, que el artista plasma en sus obras con una precisión y un virtuosismo solo al alcance de los mejores, resulta una experiencia de primer orden, tanto estético como emocional, para el espectador. Hablamos de pintura con mayúsculas −ligada al paisaje marítimo y a los secretos que su protagonista, infinito y azul, esconde− ejecutada con la sencillez y la pureza que demandan la auténtica poesía y el arte verdadero.